Ética y estética en el mundo empresarial

Hoy es día electoral. “Fiesta de la democracia” en la CEOE. Juan Rosell y Antonio Garamendi se juegan la presidencia. Y los votantes deberán optar entre el “continuismo” del candidato a la reelección o la “savia nueva” de su contrincante que, dicho sea de paso, no es tan nuevo porque viene de CEPYME.

Saludo de Juan Rosell y Antonio Garamendi. Foto: David Mudarra. Fuente: web de la CEOE

Saludo de Juan Rosell y Antonio Garamendi. Foto: David Mudarra. Fuente: web de la CEOE

Hasta aquí, todo tópicos. Pero la cita electoral se desarrolla en un contexto que no podemos obviar y que marca algunas diferencias importantes con respecto a comicios pasados. Aparte de los efectos de la crisis y del reto de volver a generar riqueza, el contexto actual está eclipsado por la sombra de la corrupción, tan alargada que ya se ha expandido por todos los rincones del país. Y el sector empresarial no podía permanecer al margen. La empresa en mayúsculas, como ente, figura en todos los escándalos que se han desvelado hasta el momento: todos los políticos y personajes públicos que se han erigido en “adalides” de la corrupción (desde Bárcenas hasta la Pantoja) se definen como tales en virtud de una o más empresas, sociedades y personas jurídicas varias de las que recibirían el dinero “negro”, “black”, “opaco”, “B”, o como quieran llamarlo.

Esa sombra alargada de la corrupción ha alcanzado ya a conocidos dirigentes de asociaciones empresariales como el presidente de la Confederación de Empresarios de Madrid Arturo Fernández, o el predecesor de Rosell al frente de la CEOE, el ya casi olvidado Gerardo Díaz Ferrán, copropietario del malogrado Grupo Marsans.

Así las cosas, en este proceso electoral se imponen condiciones que en anteriores citas se relegaban a un segundo plano, como la ética, la transparencia o la conducta como criterios de valoración. A un empresario ya no se le pide solo que sea sagaz, innovador, emprendedor… También ha de estar libre de sospecha.

Pero, ¿quién lo decide?, ¿dónde está el límite?, ¿ha de ser un juez o basta con la denuncia, el rumor o la lapidación pública? Coincidiendo con la jornada electoral en la nave nodriza, la Confederación de Empresarios de Ourense acaba de aprobar el borrador de un Código Ético de buenas prácticas en el seno de la institución. El límite lo ponen en la condena judicial, causa de expulsión de la junta directiva. Para que la denuncia interesada o el escarnio sin fundamento no puedan ser utilizados como instrumento de difamación.

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